Esta última semana hemos estado elaborando un Decálogo de valores, acciones y hábitos que definan los principios y valores propios de las personas empleadas comprometidas con el Gobierno Abierto. A continuación os voy a mostrar los que me han parecido más importantes:
- Participación. Posiblemente la primera y más importante. Me parece que no puede existir Gobierno Abierto si no se fomenta una participación amplia y activa de la ciudadanía que, además, debe sentir que su opinión no solamente es escuchada, si no que se tiene en cuenta para el diseño de las políticas públicas.
- Formación. Para que el Gobierno Abierto tenga éxito es necesario implantar una formación eficaz en el ámbito de la administración pública en sus principios y valores. Pero no se ha de quedar ahí, esa formación debe extenderse a las nuevas generaciones y a la ciudadanía en general, verdaderos motores del cambio.
- Transparencia. Muy vinculado con los dos anteriores, el punto de partida para garantizar la participación ciudadana y hacerla efectiva entiendo que es que la información esté a disposición de los ciudadanos para que, una vez conocida, participen de forma eficaz en los procesos de toma de decisiones.
- Atención al medio rural. Este punto me parece muy importante en nuestro país. Entiendo que el Gobierno Abierto supone la participación de toda la sociedad, mostrando todas las realidades que forman parte del país. Asimismo, supone un mandato a la AGE para utilizar todos los recursos tecnológicos, económicos y organizativos, para que no haya espacios que se dejen atrás, así como que los servicios se presten con la misma calidad en toda nuestra geografía.
- Atención al medio ambiente. Si no está incluido, me parece que es un punto que debería incluirse en el Decálogo. Si la atención rural es importante para nuestro país, en la protección del medio ambiente nos jugamos mucho a nivel mundial. Es importante que el Gobierno haga una apuesta decidida por su preservación, implicando a la ciudadanía y a la administración en el diseño de las políticas en las que nos jugamos nuestra supervivencia.
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